Durante mucho tiempo se acostumbró a hacer el amor a oscuras, casi a tientas. Y es que su ansiosa curiosidad decidió prender la luz y desafiar al espejo que la observaba cada noche en su cuarto. Su reflejo la ayudó a desnudarse lentamente para que su cuerpo se dejara desear. Recorrió sus líneas sinuosas e infinitas de su espalda. Bebió de su ombligo para detenerse y observar con lascivia su sexo arbolado durante unos segundos. Extasiada, se giró para contemplar el cuerpo que había descuidado durante tantas noches en una irracional penumbra. Y, en ese instante, ninguno de las dos volvería a apagar la luz por mucho tiempo.
sábado, 25 de octubre de 2008
martes, 7 de octubre de 2008
Carpe diem
Sentí un escalofrío que me estremeció todo el cuerpo. Nunca se me había acercado tanto. Ni siquiera me había susurrado al oído con su aliento de azufre. Y es que, juraría haber presentido la muerte por aquel pasillo. Decidí darme la vuelta y desafiarla mirándola a la cuenca de sus malditos ojos. Y el escalofrío cesó por un momento. Y creí que me daba una tregua... Ella o él. Qué más da. No tenía sexo. Por no tener, no tenía nada. Ni vísceras, ni aliento ni un culo para poder sentarse y dejar respirar a los familiares de todo este hospital. Él o ella no pierde el tiempo, pero hoy he ganado yo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)