
Aún seguía mirándola sin mirar. Boca arriba, se le había quedado una risa burlona ya desfigurada y algo de baba se asomaba en la comisura izquierda de sus labios. La voz femenina de su inconsciencia que lo miraba desde el séptimo piso se pronunció, “ya te dije que no te convenía”. Pasó las cortinas y se alejó de la ventana un paso. Aliviada, sintió haber sacado la basura, esta vez, definitivamente.