Mientras se desnudaba, guardaba su corazón en el cajón de su mesita de noche. Pero al sentir aquellas manos tibias buscando el latido desesperado del momento, su pecho se encogió y el cajón se abrió bruscamente.
- ¿Qué ha sido eso?- preguntó él.
- Sólo una corazonada- gimió ella.
- ¿Qué ha sido eso?- preguntó él.
- Sólo una corazonada- gimió ella.